Condimentamos la carne y la freimos hasta dorarla bien. Más tarde retiramos las tajadas de cordero y en exactamente el mismo aceite que hemos frito el cordero sofreimosla cebolla y el pimiento muy picados.
Una vez la cebolla quede transparente y el pimiento haya cogido color, añadimos las yerbas, la hoja de lauro y el perejil picado. Después argegamos un tanto de pimentón y tras moverlo a lo largo de 1 minuto lo mezclamos con el resto de ingredientes.
Cuando lo tengamos le echamos la patata cortada a gajos, el tomate picado sin pepitas y lo removemos con el resto de ingredientes hasta el momento en que se seque el líquido. Va a ser entonces cuando volvamos a echar las tajadas de cordero a la cazuela y le agregremos el vino, removiendo todo hasta el momento en que el alcohol se evapore.
Cubrimos el guiso con el caldo y lo dejamos a fuego lento a lo largo de unos cuarenta-cuarenta y cinco minutos o, lo que es exactamente lo mismo, hasta el momento en que veamos que la carne de cordero está bien tierna.
Pasado este tiempo, corregimos la sal y las condimentas, verificamos que la carne está tierna y procuramos una cazuela de barro (o un plato hondo) y la servimos. Si hemos seguido los pasos, uno a uno, disfrutaremos de una caldereta de cordero de diez.