Indice de contenidos
- 1 Qué son los alimentos transgénicos y por qué generan polémica
- 2 Qué son los alimentos transgénicos
- 3 Historia de los alimentos modificados genéticamente
- 4 beneficios de los alimentos transgénicos
- 5 Contraindicaciones, ¿son los alimentos transgénicos peligrosos para la vitalidad?
- 6 Por qué suscitan tanta polémica los alimentos transgénicos
- 7 Situación en el mundo de los transgénicos (mercado y consumidores)
Qué son los alimentos transgénicos y por qué generan polémica
Los conocidos como alimentos transgénicos están en el mercado desde hace casi medio siglo, con ellos se alimenta de forma intensiva a nuestro rebaño e incluso los podemos encontrar en nuestros mercados y supermercados. No obstante, y a pesar de tratarse de una existencia consolidada, son muchas personas las que trasladan una cierta sombra de incertidumbre sobre los alimentos transgénicos e incluso los acusan de ser causantes de infinidad de calamidades relacionadas con la vitalidad. En este artículo te mostraremos qué son verdaderamente los alimentos transgénicos y por qué no has de tenerles el beocio miedo, ya que, al contrario de lo que muchos pretenden, son una parte importante de la opción.
Qué son los alimentos transgénicos
Los transgénicos, conocidos en propiedad como Organismos Modificados Genéticamente (y de ahí las siglas con las que se conocen, OMG y en inglés GMO), son organismos, es asegurar, seres vivos —ya sean bacterias, levaduras, plantas o animales— cuyo material hereditario se ha perturbado de forma deliberada. Por otra parte, dicha trastorno, no es probable que se produzca de forma natural a través de la cría o la selección. Si la producción de estos OMG se destina a la viandas de otros seres vivos, entonces estamos frente a un alimento modificado genéticamente o alimento transgénico. En existencia, y en un sentido más amplio y práctico, los alimentos modificados genéticamente son aquellos que contienen o están compuestos por OMG o han sido producidos a partir de ellos.
El procedimiento más habitual y común para la consecución de alimentos transgénicos consiste en incluir cierto material hereditario de una especie en el genoma de otra. Un ejemplo clásico es el del maíz Bt, en el que se introduce el gen de una germen, Bacillus turigensis —y de ahí el nombre de este maíz— en el material hereditario de la planta.
Es importante destacar que para que un alimento sea considerado adentro de esta categoría, y luego pueda (y deba) circunscribirse a la reglamentación de los alimentos y piensos modificados genéticamente, las técnicas de laboratorio han de permitir la inclusión de una característica concreta y precisa en una especie determinada. Todo ello a diferencia de las técnicas de restablecimiento genética clásica, que se basan en la coexistentes de un cierto prominencia de especímenes con una cierta variabilidad genética para, a continuación, decantarse de entre todos ellos aquel que contiene la característica deseada. Hay decenas de ejemplos de este extremo caso, pero entre los más llamativos figuran las mandaranjas o narandinas (distintos híbridos entre mandarinas y naranjas), el tangelo (pomelo y mandarina con cerca de 100 primaveras de decrepitud), el limequat (limonada y kimquat), la morambuesa (mora y frambuesa), el grapple (uva Concorde y manzana Fuji) o el pineberry (que a pesar de su nombre nadie tiene que ver con la piña y resulta de la curiosa hibridación entre dos variedades de fresa).
Es asegurar, desde el primer momento en el que el ser humano comenzó a cultivar plantas y criar animales para la consecución de alimentos, o lo que es lo mismo, desde los albores de la agricultura y la rebaño, se han seleccionado plantas y animales que reunían una particular y particular genética, la cual redundaba en características (aspecto, tamaño, sabor, etc.) que le resultaran provechosas. En aquel entonces —pero todavía hoy en día— esas características novedosas eran el refleja de variaciones genéticas naturales, pero todavía podían estar más o menos dirigidas (es lo que se conoce como genética clásica). Con ellas se pretendía obtener, por ejemplo, un aumento de las cosechas, una anciano resistor a enfermedades o plagas y unas mejores cualidades sensoriales.
Historia de los alimentos modificados genéticamente
Tal y como se ha expuesto, el ser humano siempre ha buscado obtener una restablecimiento en la producción de los alimentos. Por otra parte de modificar el entorno (quitar maleza, combatir las plagas, trasplantar, regar, dar cobijo y avituallar al rebaño, etcétera) esas mejoras todavía consisten en decantarse especímenes con un anciano rendimiento o con cualidades ventajosas y, al mismo tiempo, descartar aquellos que no eran de su placer. Si admisiblemente estas prácticas no suponen la modificación del material hereditario de las especies implicadas, sí que implica la trastorno de la biblioteca genética de nuestra biosfera (se seleccionan determinados individuos con cierto genoma y se descartan —y pierden— otros). Esta sería la primera modificación de nuestro entorno hereditario. Pero hay más.
Por otra parte de la selección, los agricultores y ganaderos han realizado desde tiempo inmemorial, cruces e hibridaciones entre sujetos genéticamente compatibles para obtener si no nuevas especies, sí desde luego, individuos con mejores características desde el punto de panorámica productivo. En muchos casos, esos cruces e hibridaciones se hacían entre individuos de una misma especie (con variedades diferentes), pero en ocasiones, en particular en el mundo vegetal, todavía con especies distintas. En sinopsis, la hibridación dirigida es una forma de manipulación genética, digámosle, macroscópica, a lo bruto. Y unas veces puede salir admisiblemente (pocas, y se seleccionan) y otras no tanto (muchas, y se descartan).
Por su parte, la transgenetización sería «lo mismo» pero de una forma, digámoslo, quirúrgica. Lo que implicaría una anciano certeza de éxito. Lo más habitual consiste en agenciárselas un ser vivo con un gen que posibilite una característica que nos gustaría que tuviera el alimento que queremos producir, y entonces se hace el «trasplante» del consabido gen. Pero hay otras estrategias. Es posible que nuestro alimento posea un gen que aporta una característica negativa de la que queremos prescindir y, en este caso, el gen se «extirparía». En cualquiera de los dos casos descritos tendríamos nuevos organismos mejorados, con características nuevas y provechosas.
Todos estos avances han sido fruto del avance en la biología, del conocimiento del material hereditario y, muy en particular, de la restablecimiento en las técnicas de ingeniería genética. Porque una cosa es retener qué se quiere hacer o se podría hacer, y otra muy distinta, tener los bienes materiales y tecnológicos para hacerlo.
El primer alimento modificado genéticamente y usado comercialmente vio la luz en Estados Unidos en 1994. Se trataba del tomate Flavr Savr, que tenía la capacidad de sujetar más tiempo prudente sin pudrirse. En este caso la táctica consistió en inhibir un gen que codificaba para una proteína responsable del reblandecimiento del tomate prudente y que aguantaba luego más tiempo. Comercializados por vez primera en la UE en 1996 en el Reino Unido, dejó de estar a la liquidación por una mera cuestión transporte: pese a no pudrirse eran más blandos que los tomates convencionales y se dañaban fácilmente durante el transporte. A pesar de esta existencia, el caso del tomate Flavr Savr fue el primer ejemplo de campaña anti-transgénicos en la UE, estando su retirada plagada de bulos al respecto de los supuestos peligros que ofrecía su consumo.
Otro hito en los alimentos transgénicos lo constituye el Maíz Bt, ya mencionado. A este maíz se le incorporó el gen de una germen, Bacillus turigensis, que codificaba una sustancia que era tóxica para «el taladro», un insignificante, una plaga, que se alimentaba principalmente de las hojas del maíz. Si no había hojas, no había fotosíntesis y sin ella la planta crecía menos o, directamente, moría. Así, la primera coexistentes de gusanos podía alimentarse —más o menos— de este maíz transgénico, pero moría víctima de la toxina ayer de reproducirse, y así la plantación de maíz podía prosperar.
beneficios de los alimentos transgénicos
Con los alimentos transgénicos obtenemos alimentos más resistentes al clima y a plagas, cosechas más productivas y beneficiosas y alimentos con mejores características nutricionales. Repasamos todas las ventajas que atesoran.
Cultivos más resistentes y cosechas más productivas
Son decenas los cultivos que se ha beneficiario hasta el extremo de la ingeniería genética, ya sea para la elaboración de piensos con la finalidad de avituallar al rebaño o para destinarlo al consumo humano. Entre ellos destacan, la soja, la alfalfa, la papa, la remolacha trapiche, etcétera. De esta forma, la transgenetización ha supuesto un paso de cíclope a la hora de obtener especies más resistentes a la sequía, las plagas, los virus, los herbicidas o las bacterias y, de este modo, obtener cosechas mucho más productivas.
Alimentos vegetales y animales más nutritivos
Por si esto fuera poca cosa, algunos avances en la creación de alimentos transgénicos han servido para hacer alimentos más nutritivos, como es el caso del arroz dorado, especialmente rico en vitamina A (poco insospechado en otros arroces) y con él servir de alimento cómodo (o «farmalimento») en aquellos lugares en donde existe un obligación extendido de esta vitamina. De esta forma, el uso de esta variedad obtenida mediante ingeniería genética, podría excluir de la ceguera a miles de niños en el sudeste oriental.
Los alimentos modificados genéticamente no solo implican a aquellos de origen vegetal, todavía los hay animales. Desde vacas transgénicas que producen una caucho de anciano contenido proteico, u otras que producen caucho con menos proteínas de carácter alergénico, a cerdos con una mejor composición corporal cuya aceite es especialmente rica en ácido linolénico (un ácido churretoso de la grupo omega-tres) o reses que incorporan mejoras en relación a las características organolépticas de la carne o que mejoran las condiciones fisicoquímicas que influyen en los procesos de conservación y degradación.
Contraindicaciones, ¿son los alimentos transgénicos peligrosos para la vitalidad?
Pese a lo que pueda parecer y a los diferentes bulos que hay en torno a su consumo, los alimentos transgénicos no presentan contraindicaciones ni enseres adversos más allá de la posibilidad de causar reacciones alérgicas en determinadas personas, no diferentes de las que pueden aparecer por el consumo de otros muchos alimentos convencionales.
Reacciones alérgicas, un aventura convencional
¿Es posible que un alimento transgénico ocasione una repugnancia en cualquiera que ayer no era alérgico al mismo alimento en su interpretación convencional? La respuesta es afirmativa, la posibilidad existe. De la misma forma que es posible que unos cacahuetes convencionales, la caucho convencional, el apio convencional, la mostaza convencional, el trigo convencional, el pescado o el marisco convencional, la soja convencional, los altramuces convencionales, los huevos convencionales, los frutos de cáscara convencionales o el sésamo convencional hagan comenzar con un cuadro alérgico a cualquier persona que sea sensible a cualquiera de los alimentos mencionados. (Por si tienes alguna duda, la preparatorio es una nómina de los alérgenos de confesión obligatoria en el etiquetado de alimentos).
Es asegurar, sí, la posibilidad existe. Tanto es así que la OMS desalienta la transferencia de genes de alimentos comúnmente alergénicos a menos que pueda demostrarse que el producto proteico del gen transferido no es alergénico.
No obstante, no deja de ser extraordinario que, si admisiblemente los alimentos desarrollados en forma tradicional no se evalúan generalmente en cuanto a su alergenicidad, los protocolos para pruebas de alimentos transgénicos si han de ser evaluados bajo este prisma. En cualquier caso y hasta la plazo, no se han hallado enseres alérgicos en relación con los alimentos transgénicos que se encuentran actualmente en el mercado.
Por qué suscitan tanta polémica los alimentos transgénicos
En este dominio hay dos posibles respuestas, que por otra parte no son incompatibles.
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- Los alimentos transgénicos suscitan polémica conveniente al desconfianza que genera unos procesos tecnológicos y científicos relativamente novedosos y que asiduamente se ven distorsionados gracias a cuentos, películas y leyendas de ciencia ficción. El temor a lo desconocido es un sentimiento irracional a la par que atávico que, como digo, está ampliamente salpimentado y albardado de una civilización pulp muy extendida.
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- A su vez, y más allá de las cuestiones estrictamente fisiológicas y relacionadas con la vitalidad, la producción e implantación de transgénicos tiene importantes implicaciones económicas y geopolíticas que, como las anteriores, se prestan fácilmente a la especulación.
No, no vamos a mutar por ingerir alimentos transgénicos
Este es uno de los mitos más extendidos entre la población. Posiblemente la yerro de esto la tengan, a partes iguales, las novelas de ciencia ficción (con mucha más ficción que ciencia) y un desconocimiento terminante de los procesos nutricionales.
Veamos, cuando cualquiera come pollo convencional, come células de pollo, centenares de miles de millones. Todas esas células tienen un núcleo y adentro de él, el material hereditario del pollo. Si se comen alitas de pollo en salsa parrilla, se come el material hereditario de las células de las alas de pollo… y no creo que a nadie le preocupe que pueda impresionar a mutarse y le salgan unos apéndices alares cual tierno pollito. Y lo mismo cuando comemos trucha, berenjena, nueces, maíz, soja, papa, ortiguillas… o lo que sea. Al ingerir comida, ingerimos el material hereditario de aquello que un día estuvo vivo, sea animal y vegetal… y nadie, digo yo, teme convertirse en X-Men. De hecho, seguro que cualquiera corriendo, yendo en bici o en moto se ha tragado, vivo, un insecto ¿nos convertiremos en el nuevo hombre avispa por el hecho de ingerir genes de avispa viva?
La respuesta es no, no y no. Si admisiblemente ingerimos células muertas (o vivas, por ejemplo, al ingerir una madreperla) en el proceso de digestión ese material hereditario del alimento (y el proteico y el lipídico) es desarticulado, SIEMPRE, para poder ser absorbido. De otro modo es inverosímil que pueda ser absorbido. Repito, inverosímil. Nadie va a mutar por el hecho de ingerir un alimento transgénico de la misma forma que nadie muta por comerse un rábano.
No, los alimentos transgénicos no aumentan el aventura de cáncer
Primero porque no existe una argumentación mecanicista que, incluso en el plano teórico, haga plausible el incremento del aventura de cáncer al ingerir esta clase de alimentos. Y segundo, porque posteriormente de casi medio siglo de existencia de los alimentos transgénicos, ninguna agencia de vitalidad especializada en la investigación del cáncer ha puesto el acento, ni remotamente, en esta posibilidad.
Situación en el mundo de los transgénicos (mercado y consumidores)
La respuesta a la presencia de los alimentos transgénicos en los mercados es asaz dispar en función de los países y continentes que se consideren. Si admisiblemente en EEUU están relativamente admisiblemente aceptados, en el entorno de la UE los consumidores rechazan, con un argumentario más visceral que racional, su uso. Tanto es así que, al menos en nuestro entorno, se hace difícil encontrar alimentos o productos que incluyan OMG. La razón de que así suceda se debe a que, muy probablemente, los productores no se arriesguen a comercializar un producto que saben que no va a tener una buena consentimiento o incluso que se va a mirar con desconfianza hasta el punto de rechazarlo.
No obstante, a título informativo y sin la beocio intención de crear una pavorosa espantada, a pesar de que los consumidores de la UE rechazan los transgénicos, al parecer no se preguntan qué comen los animales que les proveen de carne (terrenal o cuadro). Y es que, parecen desconocer, o hacer oídos sordos, a que cerca del 80% del alimento de nuestras reses de abasto y peces de acuicultura procede de OMG. Oh My God!
Legislatura sobre uso de alimentos modificados genéticamente
En la UE, la producción y posterior comercialización de alimentos transgénicos está regulada por el Reglamento Europeo 1829/2003 sobre alimentos y piensos modificados genéticamente. En esta legislatura se informa de que al igual que sucede con todos los alimentos de nueva comercialización, los alimentos modificados genéticamente están sujetos a una evaluación de seguridad alimentaria ayer de ser comercializados con el fin respaldar su seguridad. De hecho, los estándares que se obligan a cumplir a estos alimentos son especialmente estrictos cuando se comparan con aquellos que se obligan a los otros alimentos «convencionales».
¿Cómo retener si un alimento o producto contiene OMG?
La reglamento europea obliga a que se etiqueten todos aquellos alimentos que contengan o estén compuestos de OMG, para proveer la redimido selección del consumidor.
En los productos ofrecidos al consumidor final, y siempre que la presencia de OMG sea igual o superior al 0,9%, debe constar la indicación «Este producto contiene organismos modificados genéticamente» o «Este producto contiene [nombre del o de los organismos] modificado [s] genéticamente».